Vencido su contrato allá y ante la opción de renovar por un sueldo de poco más de 300 dólares mensuales, el delantero se animó a probar. Viajó a la capital de su país a consultar a su representante sobre las chances existentes y allí mismo decidió actuar con urgencia. Prácticamente tomó el siguiente vuelo y con poco equipaje, sin contar siquiera con un par de zapatos de futbol, aterrizó en el Distrito Federal.
“Me animé. Viendo las condiciones en que estaba, si se te presenta una oportunidad así obviamente la vas a aceptar, y yo la acepté”, dice sonriente al recordar su audacia. Una de las mayores razones, admite, fue la búsqueda de un crecimiento económico, pero también suelta una argumento difícil de cuestionar: “me ofrecieron un contrato 100 veces mejor que lo que me estaban ofreciendo en Colón y obviamente para mi futuro y el de mi familia era una opción inmejorable”. El atrevimiento va más allá porque su fichaje –que podría resolverse vía FIFA– desató una crisis en el futbol del país sudamericano. AFA, clubes y futbolistas debieron sentarse a rediscutir reglas sobre cláusulas de contratos y el propio Julio Grondona, presidente de la entidad del balompié argentino y vicepresidente de FIFA, lo tomó a título personal y no ha mostrado simpatía por Bravo.
Desde aquí y con sencillas palabras, el deportista asegura que no le inquieta ser cuestionado o tildado de prófugo por la dirigencia argentina. “Se habló demasiado del tema, se habló mucho y a mí no me preocupa porque sé bien la persona que soy y las decisiones que tomo. Estoy muy tranquilo y muy feliz por haber decidido venir a Pumas, no me preocupa lo que digan los demás”, expresó.
Feliz, emocionado y comprometido se dice el jugador, quien conocía algo de la historia de Pumas, pero una vez instalado se sorprendió por la afición, las instalaciones y la calidad institucional de los universitarios.
Llegar y ver cómo era todo aquí “me puso contentísimo porque de estar en San Martín de San Juan a venir a Pumas en México fue un cambio radical y muy importante, me puso muy contento y muy feliz”, sostiene.
Martín Bravo, de 21 años de edad y técnico en informática, nació en Santa Fe, Argentina. Comenzó a jugar futbol a los seis años, a los 16 se integró al Colón y pocos meses después debutó en la primera división, donde lleva varios años de práctica aunque tuvo su mejor torneo en el pasado Clausura 2008. Estando a préstamo en San Martín de San Juan, atrajo la atención de la prensa con nueve goles que lo situaron entre los máximos romperredes del circuito.
Ya con la playera azul y oro, promete a la afición dar lo más importante. “Vengo con las mejores intenciones, vengo a demostrar lo que hice en Argentina en el último torneo, que me fue muy bien. Espero poder repetir acá y en vez de nueve goles ojalá pueda hacer 18, 20 o los que sean. Vengo a dejar todo por la camiseta”, concluyó.
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