El cabello entrecano del arquero universitario, es el resultado de entregarle una vida a los Pumas.
A cambio, el equipo le ha dado éxitos y fracasos, a los que él se refiere como lecciones.
“Es un orgullo pertenecer a este equipo. Más de la mitad de mi vida la he pasado en estas canchas y ya es como mi segunda casa”, comentó en tono serio, más bien sobrio, como su actuación en el arco. “Es un orgullo pertenecer a Pumas”.
Un orgullo que inició hace 29 años, cuando se enroló en Pumitas y que ha ido creciendo con cada una de sus 19 temporadas defendiendo el arco y los colores de la UNAM.
“Esto lo he vivido desde los 9 años y lo he disfrutado”, dijo, sonriente. “Siento mucho los colores de mi equipo”.
¿Cómo no sentirlos, luego de ganar títulos y evitar descensos. De recibir aplausos de una tribuna siempre fiel. De entonar el himno universitario, y el Goya en inumerables ocasiones?
Los obstáculos que forjan la carrera de cualquier futbolista, él los ve de otra manera.
“Cuando las cosas no salen como uno quiere, es cuando más aprende de la situación, de la vida y por eso en esta institución aparte de formarte como futbolista también te formas como ser humano y es lo más importante para mi”, señaló Bernal, quien recalcó el compromiso del equipo por mostrar su mejor futbol y buscar el título.
Los momentos en donde esos amargos recuerdos se convirtieron en lecciones, han quedado en el olvido.
“¿Recuerdo? Ninguno. Definitivamente no. Los recuerdo, pero más los aprendo. Se aprenden más de esas situaciones cuando van madurando, es cuando se progresa”, señaló.
Luego de casi dos décadas de trayectoria, y ser el único miembro en la historia del equipo con tres títulos de Liga vestido de auriazul, la sabiduría persigue al portero a todo momento.
“Así ha sido mi carrera: Paciencia y trabajo”, dijo, dando muestras de ese aprendizaje. “Hasta la fecha hay que seguir trabajando y aprendiendo, a venir a las canchas a disfrutar y mejorar día con día”.
Y cuando eso ya no suceda, dirá adiós.
“Sé que llegará ese momento y sé que quizá llegue en el momento en que me aburra o que no esté al 100 por ciento en condiciones o no tenga esa adrenalina para venir a entrenar o a jugar”, dijo el capitalino, quien salvo un torneo en Puebla ha vestido por siempre la casaca auriazul. “Ese será entonces el momento de decir adiós”.
Por lo que se ve, esa despedida está lejana, aún hay logros que alcanzar, goyas que gritar, juegos por ganar y lecciones por aprender.
Bernal no sólo es portador de un gafete de capitán, es un líder silencioso, un mentor en la cancha y el único ex compañero vigente de las épocas de su director técnico, Ricardo Tuca Ferreti como jugador.
Juntos, en el campo, conquistaron un campeonato (1990-91); como mancuerna, llegaron a otra final (Ap. 07) y siguen trabajando en pos de ello; los hilos de plata entre el azul y oro, son la muestra.
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